martes, 18 de diciembre de 2018

A vueltas con el espantajo


Sigo dando vueltas alrededor de este helipuerto que la Junta de Castilla y León proyecta construir para posar ese helicóptero cajonudo sobre un picón de Las Arribes, en el Mirador del Fraile en Aldeadávila. Perfecto ejemplo de camuflaje para observar sin ser observado. (Ironía).
Ese espantajo ferruginoso, molinete gitatorio, que secuestra la personalidad y el carácter agreste de nuestras Arribes, acogota los cimeros, asombra encinas y hojaranzos heroicos árboles autóctonos que en su vida de supervivencia hincan sus raíces entre las grietas de las rocas, que espanta las aves oriundas del lugar. ¿Puede alguien plagiar la identidad de otro? En su aspereza Las Arribes son “humildad y fortaleza”.
Toda contemplación es un diálogo entre dos, el que admira y lo admirado, dos yoes que se enamoran y se funden sin deteriorarse. La belleza, más que en las cosas, está en los ojos que saben mirar las cosas bellas, y Las Arribes no son belleza sensiblera. Su semblante hosco, su faz imperturbable, han ido perfilándose en la eternidad de sus tiempos por la acción de su grandioso arquitecto, el Duero. Fueron las eternas desconocidas, porque fueron sólo, ellas y el Duero. Las Arribes han sido un secreto del oeste salmantino que está comenzando a no serlo, a imitar fiordos noruegos y pasarelas chinas. A Las Arribes nadie le añadió un rasguño. Durante siglos, sólo el agua las esculpió con su lengua algodonosa de gata zalamera. ¡Solo el agua!
En mi libro “DESDE LAS ARRIBES” dije que el proceso de formación de Las Arribes había terminado cuando el Duero fue enmaromado y apresado en tantas presas escalonadas desde La Curva del Duero en Zamora hasta Oporto, 13 presas a lo largo de 350 Km, presas que niegan hoy al Duero su definición de río, ya que las riadas, que habían perfilado Las Arribes, ahora están ya controladas con las presas. Me equivoqué. El proceso de formación de Las Arribes no ha terminado porque a este mundo siempre le faltará algo, un camino, una terraza, un espantajo, tender un puente colgante entre dos picones, precipitante al vacío y bamboleante por los oleajes del viento, para que produzca miedo, vértigo al abismo, shock del espasmo. ¿A qué vendrán los turistas?, ¿A admirar el paisaje o a exhibirse estirajándose auto-fotografiantes y voladizos hacia el vértigo del vacío para un selfie? Buscan el shock del miedo. Luego lo reenviarán. ¡Guau, qué foto más chuli! Y ya está. ¡Vámonos! Y se irán. ¿No será un postureo a la carta? La soledad y vaciedad de nuestros pueblos, ¿estarán condenadas a sufrir oleajes invasivos y momentáneos de fin de semana de las urbes? Pero seguirán vacíos.
Vivimos en un mundo eternamente insatisfecho, incompleto y reinventable, en eterna mudanza, en el que los humanos ponen añadiduras, a veces pegotes, en su afán de engendrar algo nuevo, un “show-naturae”, haciendo desaparecer lo natural para hacerlo artificial.
Unamuno, vino, conoció Las Arribes, las amó y las describió así:
" Resquebrájase la meseta en hondos desgarrones, mostrando al descubierto sus peñascosas entrañas, pétreos cimientos de la austera llanura de Castilla. El agua tenaz que talla las rocas gota a gota con secular trabajo, ha ido carcomiendo su peñascoso lecho y buscando salida entre esguinces y revueltas. En uno de los repliegues del terreno se ocultan los profundos tajos, las abruptas gargantas, los imponentes cuchillos, los terribles esfayaderos bajo los cuales, allá, en lo hondo, vive el Duero, ya espumarajeando las rocas que aún no han cedido a su labor terca, ya despeñándose en desniveles,…  ya por fin, zumbando bajo las rocas en las espundias".
Luego desembarcaron los técnicos y mancornaron al Duero construyendo presas. Hoy aterriza el turismo y atrae moscas golosonas que manosean, acicalan y malforman Las Arribes. ¿A quién le sobra un tornillo para soldarlo a Las Arribes? Tal vez a quien ideó este volandero ESPANTAJO. Llamad al mecánico para que se lo atornille. ¿Quién debe mimetizarse, espantajo con ambiente o ambiente con espantajo?
Aquí en Las Arribes están realizados un sueño y un proyecto: el sueño artístico del Duero que esculpió Las Arribes y el proyecto industrial del técnico que encendió la luz del bienestar. Los sueños, los proyectos y los inventos responden a vanidades, a necesidades y ambiciones. La insatisfacción, la vanidad y el egoísmo son los incentivos que espolean a cambiar el mundo. ¿Quién está insatisfecho de que Las Arribes sean como son, rocosas, abruptas, ásperas, correosas, ceñudas, agrestes, trabajosas, arriscadas, silenciosas, recoletas? Alguien quiere hacer a Las eternas Arribes diferentes de lo que han sido. ¿Por qué? ¿Por el humo de la vanidad o por el brillo del euro? ¿Quién es el Quijotillo que ha inventado la infografía de ese cajón cubista encerrujao, ese fuego fatuo que espanta los sueños del gran Quijote-Duero? ¿A qué edad aquel Alonso Quijano tan sensato, se trastornó y se hizo El Quijote que veía gigantes donde antes palpaba molinos? Algún Quijotillo confunde hoy picones con espantajos ¿Os imagináis a aquel asalta molinos de D. Quijote metamorfoseado a político moderno? Buen argumento para una novela. Buscad quien desenmascare o desembruje al Quijotillo de esta infografía. En este escenario tan real como son Las Arribes se han inventado algo irreal, ese monumento megaférrico sobre un picón megalítico.
En este Duero, que es inmortal, Las Arribes serán eternas. Supongamos que este artefacto megaférrico sea abortado antes de nacer, o de nacer, sea un efímero, un cementerio de chatarra, en este mundo eternamente incompleto y reinventable.
Preguntas: ¿Quién exorcizará a ese Quijotillo de la infografía? ¿Han hecho estudio de impacto ambiental y de choque mental? ¿Han consultado al Instituto de las Identidades? ¿Qué dice Iberdrola? ¿Dónde están las voces clamantes en Las Arribes, Medio ambiente, Ecologistas tan quisquillosos a veces, Seprona…, dónde los comentaristas viscerales de actualidad política, con lentes tan mono-colores y tonos tan mono-cordes y tan monó-tonos que aburren a una vaca rumiante, en éste periódico digital, que inoculan y difunden hasta la saciedad sus resabios para enfermar al contrario. A ver si los temas partidistas de gobiernos en Madrid y en otras Comunidades importan aquí más que los temas de Las Arribes…
Pregunto: ¿Toda remodelación debe adaptarse al tema y al entorno de lo remodelado?

martes, 11 de diciembre de 2018

EL ESPANTAPÁJAROS DE LAS ARRIBES


Desde que apareció la noticia en Arribesaldía estoy incrédulo y perplejo Y me pregunto, pero, ¿ES POSIBLE? De este espasmo me despertó el artículo, “La pasarela de Aldeadávila” de Orlando Castelao, 30 de octubre, tan razonado, templado y tan arribeño.
¿Es posible tanto atrevimiento contra lo bello ambiental? Ese armatoste, ese molinete eólico, ese “dron” volandero aterrizado en un picón sobre el cañón del Duero, esa nave inmigrada que espantará y hará emigrar a buitres, milojes (alimoches), cigüeña negra, cormoranes, águilas, ese artefacto marciano que degradará nuestras ARRIBES SALMANTINAS, ¿es un aborto primerizo para atraer a las moscas facilonas, “golosonas” y teledirigidas por un turismo a la carta? “A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron”, a la rica miel de la belleza agreste y salvaje de Las Arribes, las tan bellas y tan desconocidas hasta ayer. Y está bendecido por la Junta de Castilla y León. ¿Turismo?, ¡SÍ! Pero no a cualquier precio.
Irá el turista, dirá: ¡oh, qué bonito!, se disparará fotos selfie precipitantes hacia el Duero, echará una meada entre las escobas porque el campo relaja, o desde esta balconada al embalse produciendo una esmirriada cascada titiritera. ¿Se atreverá a hacer parapente o “puenting” hacia el colchón del embalse? Y así. Y sin más. Y se irá. Y, ¿qué harán los desheredados de la ilusión?
Aquí, el turista sentado en una peña debe contemplar en silencio este paisaje duro, no el paisanaje, e, identificado con estos picones ceñudos e impertérritos, tiene que hacerse salvaje, arriscarse entre escobas, jaras y hojaranzos, trepar por resayos, senderos y carriles de los derrumbaderos. Y, como Sísifo, con la mochila al hombro, bajar y subir estos Reventones hasta los cimeros donde quieren crucificar ese “libélulo” ferruginoso. Estos picones, budas ciclópeos, no pueden acicalarse y amariconarse con el turismo pijo. El que quiera peces del Duero, que se moje el culo. Para entender estos Picones hacen falta más quiñones.
Vive Dios, que me espanta tanta profanación de este santuario de Las Arribes, por la fiebre calenturienta de políticos extraños al lugar, cocinada en despachos elucubrantes de proyectos turísticos tan “guais” como este sombrajo volandero, EL ESPANTAJO de espantapájaros. ¿Serán giratorias esas alas ferruginosas para abanicar los rostros taciturnos e indómitos de los picones enriscados? ¿Será un monumento estilo cubista al buitre, una caja avizorante desde el Picón del fraile? ¿Seguirá promocionándolo la Junta? ¿Lo permitirá Iberdrola? ¿Lo permitirá el Duero, antes turbulento, ahora productor de energía, el Río hecho luz, ya bastante torturado y enmaromado? ¿Qué dice el Seprona, que acosa a los ribereños para no construir un caseto al ganado, no cortar una mata de carrasca, no permitir hacer rutas por estas laderas por no molestar la siesta del ave rapaz? ¿Y este jolgorio de autobuses turísticos? Ya consintió la Junta, aunque al principio lo prohibió, el voladizo en Masueco sobre el Pozo de los Humos. La voz DESDE LAS ARRIBES clama.
¡Despierta, naturaleza salvaje! Los picones se sublevan por este acogotamiento! ¿Tendrán que alzarse otra vez los picones arribeños contra esta ENRESA del ESPANTAJO?
¡VIVE DIOS QUE ME ESPANTA ESTE ESPANTAJO! empingorotado en LAS ARRIBES.
Artículos en pro y en contra, enviar a Miguel Corral “redacción@lasarribesaldia.es
Baste esto por hoy. “Volverán las oscuras…”
Venancio Pascua Vicente

lunes, 3 de diciembre de 2018

Espigando memorias


El pasado 18 de agosto,  presenté en el salón del Ayuntamiento de Mieza mi nuevo libro "Espigando memorias", obra que surge a partir de la investigación sobre los orígenes del himno de mi pueblo: Mieza.

Pulsando sobre la imagen tienes información en salamancartvaldia  sobre el acto de la presentación:



domingo, 2 de diciembre de 2018

Defended vuestras Arribes, las nuestras


En mis viajes por el lejano oeste salamantino hablo con los nietos de aquellos abuelos y me confunden, unos dicen Los, otros dicen Las Arribes. Y yo les pregunto.
- ¿Cómo decía vuestro cabrero, el tío Federico el Cantarranas?
- Él siempre decía Las Arribes
- Entonces, ¿por qué decís Los?
- Es que los forasteros dicen Los.
- Y ¿qué saben los forasteros de los calzones de vuestros abuelos?
No tiene mayor importancia este tema ya tan manoseado, pero puestos a exponer museos de tipismos y de viejos aperos, expongamos también los calzones del tío Cantarranas y colguémoslos en nuestros cuartos de estar. En la antigua Comarca de La Ribera, Saucelle, Vilvestre, Mieza, Aldeadávila, Masueco, Pereña, todos llevan el apellido de La Ribera, excepto la moza de Villarino se nos pone de jarras, saca pecho y ondea sus donaires con Villarino de Los Aires. Los ribereños no sabrían latín, pero del seso de la rama que brota de su tronco entendían, utilizaban el oído y la razón.

El romance castellano manipuló la palabra “ripa”, hembra latina que significa orilla de un río, la hueró y gestó la palabra “riba”,ribera, donde la “p” evolucionó a “b”. Yo oía decir a mi madre en Mieza, peBitas por pePitas (semillas). Con la preposición “ad”, que significa hacia, la palabra ripa declina en acusativo ad-ripam, lo que va hacia la orilla. Aquí la “d” es absorbida por la “r” y evoluciona a ar-ribam, en plural ar-ribas. Y ya tenemos las “arribas”. Pero tenemos también ríos o riveras del latín “rivus”, ríos pequeños o regatos que discurren mansamente por lo llano, “lupus et agnus ad rivum eundem venerant”. Estos regatos o riveras, arriban estrepitosamente al llegar al cañón del Duero y se convierten en arroyos precipitantes con sus pequeñas arribes formando “cachoneras”. Aquí está nuestro Pozo de Los Humos. Hay laderas tan escarpadas en las márgenes del Duero que en 200 m horizontales el terreno desciende 500 metros, desnivel que es soportado por los contrafuertes de los picones.
Pero no a cualquier orilla de un río se denominan Arribas. A las orillas del Tormes en Salamanca que lava y acuna mansamente los reflejos del “alto soto de torres”, nadie las llama Arribas. Se necesita además el componente granítico de los picones.
Son Las Arribes esas orillas ingentes y fragosas del bravo río Duero que forma frontera entre España y Portugal y las no tan ingentes ni tan fragosas de los también bravos ríos Águeda, Huebra y Tormes al acercarse al Duero. Es atronador el fragor que sacude el cañón del Duero cuando socava y se derrumba un picón en épocas de riadas. El derrubio o “ruina montium” de los romanos en Las Médulas lo tendríamos en los topónimos, “Los Derrumbaderos”, “La Derriza”, Las Derruidas, El Derruche. El Duero, en su recorrido de 54 Km. por el cañón salmantino desciende 220 metros de nivel, cuatro metros por kilómetro, donde ha excavado una gran V.
Descendientes de ad-ripam son: arriba, arribar, arribas, arribes.
Y ahora ¿qué seso damos a estas arribas, ramas legítimas de la raíz femenina ripa? ¿Las habrá metamorfoseado y castigado Júpiter por algún pecado oculto a ser eternamente hermafroditas, LOS, LAS? ¿Qué comadrona, al nacer esta criatura, le examinó el montículo de Venus y sentenció Los, Las? Luego viene el Parque Natural, capa a Los y a Las y las embucha en el género neutro bautizándolas Arribes del Duero. Tercer grado transexual. Asexuados. ¡Eunucos todos! ¡Vaya jaleo! ¡Ellas, tan bellas, tan ocultas, tan recoletas, tan silenciosas, tan desconocidas, Las Arribas! Nuestros vecinos portugueses dicen As Arribas. Y nuestros hermanos zamoranos originariamente decían Las Arribas. En Villardegua hay un topónimo antiguo “Las Arribas”.
El Duero cuando era río, era el río más turbulento de Europa. Pero este Duero, bronco y tornadizo, está hoy apresado por un escalonamiento de embalses, abrevaderos de turbinas. Ha terminado el proceso de formación de Las Arribes. Ya no hay Derrizas.
¿Y por qué en Salamanca ArribEs en lugar de ArribAs? Yo, de niño, amorillado a la lumbre en compañía del gato, oía decir a mi madre: tenacEs por tenazAs, cucharEs por cucharAs, amapolEs por amapolAs, rEbadán por rAbadán, Y ¿por qué no Las ArribEs por Las ArribAs? ¿Restos de colonización asturiana? ¿Un localismo leonés?
Cuando esta Comarca era La Ribera y no Las Arribes, en Mieza diferenciaban los topónimos Los Olivares de Las Arribes. El primero son terrenos pendientes, aterrazados con paredones y en cada uno plantaban de maceta una oliva, el segundo es una zona de picones, aprovechable sólo para pasto de vacas y cabras. Desde el miradero La Code, punta de proa hacia el cañón, se observan estas diferencias.
Pero, ¿qué mestizaje es ese de La Ribera y Los Arribes, La y Los, si el origen femenino es el mismo? ¿Qué coños pintan LOs Arribes en LA Ribera. Me salen sarpullidos en las axilas del alma cuando veo en un pueblo ribereño salmantino un restaurante que desafina con LOs Arribes. Los tatarabuelos del Catastro del Marqués de La Ensenada (1752), los bisabuelos de nuestro himno (1930), los abuelos de anteayer, padres y vecinos de ayer, pastores y cabreros de siempre (cuando los había), todos decían Las Arribes. Apelo a la autoridad de estos hechos mostrencos, catedráticos del uso. En Mieza las vacas entraban por los Santos y salían por San Pedro de Las Arribes de la Parte En medio y Parte Abajo, los cabreros, Federico el Cantarranas y Jacinto el Calzaparda llevaban las cabriás a Las Arribes de la Parte Arriba. Miezucos, os reclamo esta memoria histórica.
 “En cual suele el pueblo fablar a su vecino”.
Brindemos por ellas, Las Arribes, que:
“Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino”.
Creo que, ser…, ser…, según el trágico “ser o no ser”, de forma que si es una cosa, no pueda ser la otra, ni son Los, ni son Las. Son como las fabla el pueblo que las trabaja. Pero los abuelos de los pueblos de La Ribera decían Las Arribes.
Cada uno puede decir lo que quiera, Los o Las pero está claro que según sus genes y mis abuelos son Las. Y bendita sea la rama que al tronco sale, morena saladá.
De entre los pocos escritores que han brotado en esas tierras, míseras hasta en esto, están, Manuel Moreno Blanco, nacido y profesor toda su vida en Vitigudino, tan magnífico como desconocido escritor de cuentos, léxicos y costumbres en forma de leyendas de su pueblo y de la redondela. Y Luis Mata, natural de Aldeadávila, quien tiene un libro titulado Narraciones salmantinas de las arribes. Ambos, ya ausentes de esta tierra, tienen sabores de la tierra y son conocedores del habla de La Ribera y de sus costumbres mejor que catedráticos esmirriaos, hablan de Las Arribes, ya constatadas como tales desde 1.653 en el libro parroquial de Aldeadávila y en el Catastro de la Ensenada en 1745 en Mieza y constatadas por nuestros abuelos
Ergo, definitivamente, Las Arribes. Las nuestras. Nuestras Las Arribes.
Señores alcaldes de La Ribera, poned este cartel a la entrada de vuestros pueblos:
Está usted en Las Arribes salmantinas del Duero.
Las almas de nuestros abuelos revolotearán emocionadas. ¡Emocionadlos!
¡Arriba arribeños de Las Arribes


miércoles, 11 de abril de 2018

Entre jaras y olivares (2)


La culebra multicolor de senderistas por entre jaras y olivares ha llegado a La Code, la comida es entre peñas, el chupito de aguardiente carraspea, los manteles recogidos, la flauta y tamboril anuncian fiesta, la música está servida. Señores, pasen y bailen. Unos bailan la Jota, otros charlan o dormitan…, mientras los rapaces el Bugallo y el Lagartijo se han enzarzao en una pelea de rapaces azuzados por unos y por otros:
- Lagartijo, ponle la zancadilla –gritaban unos.
- Bugallo, trábale la pierna y túmbalo –gritaban otros.
- Lagartijo, agárrale por la camisa –incitaban los unos.
- Venga, venga, Bugallo, tírale del tirante – azuzaban los otros.
- Lagartijo, tírale de las greñas –chilló uno de los unos.
- Bugallo, tápale los ojos –gritó otro de los otros.
- ¡Venga, venga, Lagartijo!,
- Venga, Bugallo, ¡venga!
Se acercaron el alcalde, el tío Antaño y el tío Lesnas a separarlos, diciéndoles:
- Pero, ¿por qué os pegáis?
- Si no nos pegamos, estamos echando una vuelta a ver quién tumba al otro.
- La culpa la tiene él, –dijo el Bugallo- que le enseñé en secreto un nido de revalva con tres huevos y después él se lo enseñó a Pepe el Conejo.
- Él hizo lo mismo con un nido de verderón que le enseñé con pájaros en carninas.
- Y ¿qué tiene de malo que enseñéis los nidos a los amigos? –dijo el tío Antaño.
 - Esto son secretos con juramento entre amigos –respondió el Bugallo.
- ¿Y cómo es ese juramento? –preguntó el alcalde.
- Antes de decirle yo el secreto del nido, -dijo el Bugallo- él cruza los dedos así: el dedo índice formando cruz con el dedo gordo y dice: “lo juro por esta Cruz bendita”, él besa la cruz y entonces yo le digo el secreto.
- ¿Y si no guarda el secreto? –preguntó el tío Antaño
- Pues que comete un pecao –contestó el Lagartijo- como hizo este cricas.
- Y tú mocoso –dijo el Bugallo haciéndole momos con la lengua y la nariz.
- Pero no decíais que estabais jugando –dijo el Lesnas.
- Bah, con este gaita no se puede “juegar”.
Así eran los juegos y los pataleos de aquellos rapaces. Y eran felices jugando y riñendo como amigos. Y estos desgarramantas no hicieron las paces, continuaron jugando como si nada hubiese pasado, porque estas peleas eran su juego.
En este momento vieron un nido de rabilarga en lo alto de un roble muy delgado y para decidir quién trepaba al nido el Bugallo lo echó a suertes silabeando el sonsonete:
¿Quién tiró ese pedo
que huele e a caramelo?
Al tu-ru-ru-rú
que fuiste tú.

¡Zas! y le tocó trepar al más enclenque, al Zarajuelles. Cuando estaba éste en lo alto del roble los otros zarandeaban el roble para asustarlo y el Zarajuelles les gritaba:
- Repuñeteros, no sacudáis el árbol que me espantáis la pájara.
- Venga, venga, a espantarle la pájara. El Zarajuelles bajó enfurruñao y dijo:
- Ahora me voy. Y los rapaces le cantaron:
Se va el Caimán
Se va el Caimán.
Se va pa La Solijera
Se va, se va y no vuelve más.
Así curaban los berrinches y los cuajos entre aquellos renacuajos. Mimos no.
El baile se ha terminado, los senderistas entre guindales y cerezos en flor retornan tranquilamente al pueblo y La Code se queda solitaria. Es una tarde templada de abril.
En esta tranquilidad los senderistas Manolo y Adelaida se sientan sobre una lastra a la solana de unas peñas mirando al Duero. Él la cogió de la mano, no por costumbre, si no por primera vez que tiene mayor emoción, y dijo:
- Adelaida, esto es grandioso. Sí, esto es grandioso, Adelaida - Ella calló mirando al Duero.  A Manolo le gusta repetir el nombre de Adelaida.
Él, mirándola, se olvida del cañón del Duero y posa su brazo por encima del hombro de Adelaida y al mirarla ve en ella unos ojos grandes como soles que se han vuelto con ternura hacia él. Algo flota entre ellos. Este gesto de aproximación fue la síntesis de este momento, un mundo de luz dentro del ya mortecino atardecer de la tarde. El aguadel Duero lo llena todo de energía, energía que vivifica también a los dos y esta energía cósmica que ha llenado todo el cañón desde su origen a lo largo de siglos, de soles y de lunas, de estiajes y riadas, de luces y de sombras, de catástrofes y bonanzas, de victorias y derrotas, hasta que hoy puede decir él a ella:
- Te quiero. Ella giró la cabeza y clavó sus ojos en los de Manolo, luego apoyó su cabeza en el hombro de Manolo provocando en él un estremecimiento como si todo el promontorio de La Code se hubiese desplomado hacia el Río. Se sintió estar lleno de soles, lleno de ojos negros, lleno de una sola mujer. Ahora Manolo bendijo el impulso de haber venido al Senderismo, a La Code, haber visto jugar a los rapaces de Mieza, de estar en esta escena con Adelaida, nueva para él, pero escena repetida aquí todos los atardeceres durante siglos, mientras el Duero tallaba estos picones grandiosos.
Ella le acarició su cabeza y él emocionado atrajo y apretó el hombro de Adelaida contra él. Ella tenía los labios entreabiertos como ofreciendo una promesa, como una entrega a plazos. Él rodeó su cuello con el brazo, acarició su pelo y sintió este momento como definitivo y quiso hacerlo eterno. Así, tan pegada a él, como si fuera otra cabeza suya, con dualidad de pensamientos, de deseos, caras, ojos.
El arrebol de las nubes del crepúsculo, heridas por el sol moribundo, teñía de oro la cara morena de Adelaida y el sol, cansado y herido, se hunde en el horizonte para que los hombres por la noche deseasen otro sol. Se había hecho tarde. Las sombras ennegrecían el cañón y se habían elevado hasta lo alto del abismo, del abismo del olvido, del olvido absoluto de sí mismos, el cero absoluto del olvido. No sentían la frontera que mantiene el rigor entre lo que pensaban, sentían, deseaban y lo que les estaba permitido pensar, sentir y desear. Volvió a mirar los labios entreabiertos de Adelaida, miró a sus ojos y se encontraron sus miradas formando dos líneas rectas.
  • no… lo, -silencio inquietante-, eres un sentimental emocionándote con el Río. Ella se esforzó por estar seria, pero le falló el esfuerzo y comenzó a reír. Y rieron los dos como niños.
- No, Adelaida, ahora me emociono porque estás tú aquí, ahora, en La Code,en…
Un sentimiento, aún no escrito, estalló en el aire como fuego de artificio y retumbó sin sonido a lo largo del cañón multiplicándose en miles de ecos indefinidos.
Un mochuelo encendió sus ojos de amarillo y “maulló”:
Es La Code
un sendero y un temblor,
un altar de enamorados,
un: -Te quiero.
-Ay amor,
regálame un verso,
con impulsos insolentes,
 prohibidos y deseados...
Con tus ojos dame el beso.
Y un buitre graznó
-¡Silencio en mi santuario. !
Estos versos se esparcieron por el aire como pétalos de rosas y fueron a posarse suavemente en los cuatro miradores de La Code. Está naciendo un nuevo sendero de vida en La Code, sendero humano. ¿Será esto el sabor del amor de pueblo?
Esta fantasía irreal está hecha ya constelación durante años a lo largo del camino de La Code porque éste camino ha sido el paseo de todas las mocedades durante siglos en los domingos de cuaresma cuando los dos salones de baile estaban cerrados.
Por todo esto La Code es sendero, es travesura y es juego, es canto y algarabía, es baile, es música y poesía, es brisa y es en-amor.
Por esto el camino de La Code también es nostalgia para el abuelo Antaño.


jueves, 5 de abril de 2018

A Mieza entre jaras y olivares


Abuelo, dicen que van a venir unos señores a andar por Mieza.
- Y ¿qué es eso? preguntó el abuelo Antaño.
- Nada, andar por Los Olivares.
Uy, rapá,  eso lo hice yo muchas veces.
Vamos a ir un grupo de rapaces del pueblo, el Saltamontes, el Bugallo, el…,
- ¡Qué pena, ya no soy rapá como vosotros para ir yo también! –dijo el abuelo Antaño- Os acompañaré hasta el Valvolacino, vosotros bajáis con ellos por el camino de La Aceña y yo me acerco al Mirador en La Code y desde allí os veo.
En el Mirador de Unamuno, porque el promontorio de La Code tiene cuatro miradores, el de Unamuno precipitante hacia el Cachón, el de la Virgen de La Code hacia el Duero, el mirador de la Bandera en lo más alto cota 626, y el del tío Paco mirando hacia Las Arribes, se juntaron varias personas que remisas de hacer sendero lo contemplaban desde este Mirador de los mirones.
Estos mirones miran y admiran la amplitud de este grandioso Cañón esculpido por el Río. La perspectiva salta del picón de La Bodega al meandro del Cuerno, de Los Reventones a los ceñudos y soberbios picones de Portugal, al Llanito la Pulida, de aquí al pasil en La Nogal sobre el Arroyo Cachón, al Castañar, a Las Arribes, esas enriscadas Arribes de la Parte Arriba. Abajo en el fondo, El Cachón, donde el Duero espumador molía su barba blanca de espumas recitando romances.
Un mirador exclamó:
- Vive Dios que me espanta esta grandeza…
Observan también la culebra multicolor de los senderistas, que a veces se alarga, o se comprime y retuerce en los resayos, se desgaja y se rompe en los repechos o se pierde entre jaras y olivares. ¿Tropezones? Algunos. Las olivas, pero si ya no hay olivas, están asfixiadas por escobas, zarzales y zambuyos. Senderistas, ¡que no os engañen!, en los olivares ya no hay perales ni guindos en flor, ni lagartijas, ni lagartos, ni cantan los pájaros, Emigraron con el hombre. El abuelo Antaño pensaba, ya no hay camino en los olivares ¿a dónde iría el camino?, el Duero no ruge ya sus violonchelos en el Cachón inundado 25 metros bajo el agua del embalse de Saucelle. El abuelo cerró sus ojos, tiene otro mundo dentro de él. De sus ojos brotó una lágrima que rodó por su cara reseca por aquellos olivares y por aquel viejo Río tronador que ya no es río.
Con los ojos enrojecidos volvió a mirar la cola de la culebra sinuosa multicolor que acaba de escolarse por La Gontina emergiendo a lo llano donde sí encontrarán cereceras y guindales en flor, tomillos y una alfombra de retamas blancas que cubren el llano hasta los tesos. La culebra pasará por el Vallebache, volverá a cruzar el Arroyo Cachón y pasará al lado de la Fuente del tío Capacho frente a La Palla hasta la Resbalina.
Al poco rato comenzaron a llegar los primeros senderistas a La Code ya exhaustos y pidiendo la pitanza prometida.
Y en este momento por el zigzagueante y reventón sendero que sube del Llanito La Pulida a la Plazuela de La Code trepan en caraba cinco rapaces como una bandada de gorriones, vienen descamisaos portando ramos de brezo, el hurde florido que han cogido allá abajo entre los peñascos a la orilla del Duero. Suben sudorosos y haraganes con la camisa fuera de sus pantalones cortos sujetos con un tirante a modo de correaje por la espalda y por el pecho, el pelo revuelto, el que no lo tenía cortado al cero, y alguno descalzo con las zapatillas colgadas al hombro para no gastarlas. Suben gritando:
El que va delante,
burro caminante.
El que va detrás
lambe las cagás.
Esto lo decía cada rapá al que le seguía, y como ninguno quería ir detrás, todos intentaban adelantar al que iba delante dándose codazos por el angosto camino empedrado, atrochando y brincando paredones. ¿Tropezones? Ninguno. El abuelo Antaño pensó, ¡ay si se enteran sus padres!, tendrán por la noche cena de regañina, azotaina o un cintazo en el culo, porque el Duero es un ogro para los arribeños. Así de libres volaban, así de traviesos y rompedores eran aquellos rapaces. Los mirones del Mirador sorprenddidos comentaron la escena más que la del sendero. Eran el Bugallo, el Saltamontes, el Zarajuelles y otros. El Abuelo Antaño extrañado les preguntó:
  • Se reían de nosotros, porque no llevamos playeras ni viseras, como ellos.
  • Vosotros sois de pueblo –dijo el tío Lesnas.
Luego como no les daban comida a ellos porque no tenían tickets El Bugallo le dijo al señor alcalde que bailaban si les daba un bocadillo. El alcalde les dijo que sí. Acto seguido el Bugallo y el Saltamontes saltaron a una peña alta al lado de la cabaña y bailaron cantando mientras los otros tres palmoteaban en el suelo:
Al tango tarango y tango
al tango tarango y tén,
arriba la cafetera
y abajo la del café.
Yo tenía un peine…

La gente aplaudió a rabiar y brindaban por ellos. El Saltamontes le dijo al alcalde:
  • Si nos dais una perronilla os la cantamos otra vez …
El abuelo Antaño, un tanto confuso les invitó a coger cacarroyas entre los robles y peñas del promontorio de La Code.
Al lado estaba un rapá que no quería el bocadillo de chorizo porque dijo:
- Es que, las aceitunas no mi gustan, el chorizo mi pica y el tocino mi ripugna.
- Ese rapá no es de Mieza –aseguró el tío Lesnas.
- Ese es de Mojigangas –saltó el Zarajuelles.
- Ya me paecía a mi –dijo el tío Recebojos.
Terminada la comida, saboreadas las aceitunas de Mieza, dos vasos o más de vino, copa de aguardiente y café, los rostros de los senderistas brillan tornasolados por la luz del sol y por la fuerza del vino. Faltaba esto: el tamborilero tocó una y mil veces la vibrante JOTA DE MIEZA y todos los senderistas cantan”El Vai-vén de los dos” y danzan esta alegre jota. ¡Qué bien suena la flauta en La Code a golpe del corazón!


AL VAI-VEN DE LOS DOS

Sopló la brisa de abanicar,
besé tu cara “encarná”.
Y así son los mis amores
y en Mieza bailando están.(bis)
El aire que tienes, la sal que le das
mueven la veleta de nuestro bailar.(tri)
Tú a mí vienes. Yo a ti voy.
Tú a mí vienes.
Al vaivén, al vaivén de los dos
Que bailamos tú y yo.
- Ay, cuando las mocitas de Mieza crían colores -musitó el tío Antaño.
- Se les pone la cresta colorá y la cara arrebolá  –añadió el tío Lesnas-
Esta Jota la recuperó Eloy García el Civil, “la auténtica, la de Mieza”, como dice él, la que tocaban en los años 1900 y 1930 los tamborileros del pueblo, el Zambo hermano del también tamborilero Baltasar, el Tío Elías el Calvito.
Eloy, tú me dedicaste la música. Yo te dedico laletra. Ha sido necesaria una letra vibrante y cortada a la viveza de la música.
Eloy, hay que hacer esto con la bella melodía del pasacalles “La Alborada”.
-Y limpiar La Code de política, señor alcalde. –estalló el tío Lesnas.

Continuará este senderismo del Bugallo y del Saltamontes.