martes, 18 de diciembre de 2018

A vueltas con el espantajo


Sigo dando vueltas alrededor de este helipuerto que la Junta de Castilla y León proyecta construir para posar ese helicóptero cajonudo sobre un picón de Las Arribes, en el Mirador del Fraile en Aldeadávila. Perfecto ejemplo de camuflaje para observar sin ser observado. (Ironía).
Ese espantajo ferruginoso, molinete gitatorio, que secuestra la personalidad y el carácter agreste de nuestras Arribes, acogota los cimeros, asombra encinas y hojaranzos heroicos árboles autóctonos que en su vida de supervivencia hincan sus raíces entre las grietas de las rocas, que espanta las aves oriundas del lugar. ¿Puede alguien plagiar la identidad de otro? En su aspereza Las Arribes son “humildad y fortaleza”.
Toda contemplación es un diálogo entre dos, el que admira y lo admirado, dos yoes que se enamoran y se funden sin deteriorarse. La belleza, más que en las cosas, está en los ojos que saben mirar las cosas bellas, y Las Arribes no son belleza sensiblera. Su semblante hosco, su faz imperturbable, han ido perfilándose en la eternidad de sus tiempos por la acción de su grandioso arquitecto, el Duero. Fueron las eternas desconocidas, porque fueron sólo, ellas y el Duero. Las Arribes han sido un secreto del oeste salmantino que está comenzando a no serlo, a imitar fiordos noruegos y pasarelas chinas. A Las Arribes nadie le añadió un rasguño. Durante siglos, sólo el agua las esculpió con su lengua algodonosa de gata zalamera. ¡Solo el agua!
En mi libro “DESDE LAS ARRIBES” dije que el proceso de formación de Las Arribes había terminado cuando el Duero fue enmaromado y apresado en tantas presas escalonadas desde La Curva del Duero en Zamora hasta Oporto, 13 presas a lo largo de 350 Km, presas que niegan hoy al Duero su definición de río, ya que las riadas, que habían perfilado Las Arribes, ahora están ya controladas con las presas. Me equivoqué. El proceso de formación de Las Arribes no ha terminado porque a este mundo siempre le faltará algo, un camino, una terraza, un espantajo, tender un puente colgante entre dos picones, precipitante al vacío y bamboleante por los oleajes del viento, para que produzca miedo, vértigo al abismo, shock del espasmo. ¿A qué vendrán los turistas?, ¿A admirar el paisaje o a exhibirse estirajándose auto-fotografiantes y voladizos hacia el vértigo del vacío para un selfie? Buscan el shock del miedo. Luego lo reenviarán. ¡Guau, qué foto más chuli! Y ya está. ¡Vámonos! Y se irán. ¿No será un postureo a la carta? La soledad y vaciedad de nuestros pueblos, ¿estarán condenadas a sufrir oleajes invasivos y momentáneos de fin de semana de las urbes? Pero seguirán vacíos.
Vivimos en un mundo eternamente insatisfecho, incompleto y reinventable, en eterna mudanza, en el que los humanos ponen añadiduras, a veces pegotes, en su afán de engendrar algo nuevo, un “show-naturae”, haciendo desaparecer lo natural para hacerlo artificial.
Unamuno, vino, conoció Las Arribes, las amó y las describió así:
" Resquebrájase la meseta en hondos desgarrones, mostrando al descubierto sus peñascosas entrañas, pétreos cimientos de la austera llanura de Castilla. El agua tenaz que talla las rocas gota a gota con secular trabajo, ha ido carcomiendo su peñascoso lecho y buscando salida entre esguinces y revueltas. En uno de los repliegues del terreno se ocultan los profundos tajos, las abruptas gargantas, los imponentes cuchillos, los terribles esfayaderos bajo los cuales, allá, en lo hondo, vive el Duero, ya espumarajeando las rocas que aún no han cedido a su labor terca, ya despeñándose en desniveles,…  ya por fin, zumbando bajo las rocas en las espundias".
Luego desembarcaron los técnicos y mancornaron al Duero construyendo presas. Hoy aterriza el turismo y atrae moscas golosonas que manosean, acicalan y malforman Las Arribes. ¿A quién le sobra un tornillo para soldarlo a Las Arribes? Tal vez a quien ideó este volandero ESPANTAJO. Llamad al mecánico para que se lo atornille. ¿Quién debe mimetizarse, espantajo con ambiente o ambiente con espantajo?
Aquí en Las Arribes están realizados un sueño y un proyecto: el sueño artístico del Duero que esculpió Las Arribes y el proyecto industrial del técnico que encendió la luz del bienestar. Los sueños, los proyectos y los inventos responden a vanidades, a necesidades y ambiciones. La insatisfacción, la vanidad y el egoísmo son los incentivos que espolean a cambiar el mundo. ¿Quién está insatisfecho de que Las Arribes sean como son, rocosas, abruptas, ásperas, correosas, ceñudas, agrestes, trabajosas, arriscadas, silenciosas, recoletas? Alguien quiere hacer a Las eternas Arribes diferentes de lo que han sido. ¿Por qué? ¿Por el humo de la vanidad o por el brillo del euro? ¿Quién es el Quijotillo que ha inventado la infografía de ese cajón cubista encerrujao, ese fuego fatuo que espanta los sueños del gran Quijote-Duero? ¿A qué edad aquel Alonso Quijano tan sensato, se trastornó y se hizo El Quijote que veía gigantes donde antes palpaba molinos? Algún Quijotillo confunde hoy picones con espantajos ¿Os imagináis a aquel asalta molinos de D. Quijote metamorfoseado a político moderno? Buen argumento para una novela. Buscad quien desenmascare o desembruje al Quijotillo de esta infografía. En este escenario tan real como son Las Arribes se han inventado algo irreal, ese monumento megaférrico sobre un picón megalítico.
En este Duero, que es inmortal, Las Arribes serán eternas. Supongamos que este artefacto megaférrico sea abortado antes de nacer, o de nacer, sea un efímero, un cementerio de chatarra, en este mundo eternamente incompleto y reinventable.
Preguntas: ¿Quién exorcizará a ese Quijotillo de la infografía? ¿Han hecho estudio de impacto ambiental y de choque mental? ¿Han consultado al Instituto de las Identidades? ¿Qué dice Iberdrola? ¿Dónde están las voces clamantes en Las Arribes, Medio ambiente, Ecologistas tan quisquillosos a veces, Seprona…, dónde los comentaristas viscerales de actualidad política, con lentes tan mono-colores y tonos tan mono-cordes y tan monó-tonos que aburren a una vaca rumiante, en éste periódico digital, que inoculan y difunden hasta la saciedad sus resabios para enfermar al contrario. A ver si los temas partidistas de gobiernos en Madrid y en otras Comunidades importan aquí más que los temas de Las Arribes…
Pregunto: ¿Toda remodelación debe adaptarse al tema y al entorno de lo remodelado?

martes, 11 de diciembre de 2018

EL ESPANTAPÁJAROS DE LAS ARRIBES


Desde que apareció la noticia en Arribesaldía estoy incrédulo y perplejo Y me pregunto, pero, ¿ES POSIBLE? De este espasmo me despertó el artículo, “La pasarela de Aldeadávila” de Orlando Castelao, 30 de octubre, tan razonado, templado y tan arribeño.
¿Es posible tanto atrevimiento contra lo bello ambiental? Ese armatoste, ese molinete eólico, ese “dron” volandero aterrizado en un picón sobre el cañón del Duero, esa nave inmigrada que espantará y hará emigrar a buitres, milojes (alimoches), cigüeña negra, cormoranes, águilas, ese artefacto marciano que degradará nuestras ARRIBES SALMANTINAS, ¿es un aborto primerizo para atraer a las moscas facilonas, “golosonas” y teledirigidas por un turismo a la carta? “A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron”, a la rica miel de la belleza agreste y salvaje de Las Arribes, las tan bellas y tan desconocidas hasta ayer. Y está bendecido por la Junta de Castilla y León. ¿Turismo?, ¡SÍ! Pero no a cualquier precio.
Irá el turista, dirá: ¡oh, qué bonito!, se disparará fotos selfie precipitantes hacia el Duero, echará una meada entre las escobas porque el campo relaja, o desde esta balconada al embalse produciendo una esmirriada cascada titiritera. ¿Se atreverá a hacer parapente o “puenting” hacia el colchón del embalse? Y así. Y sin más. Y se irá. Y, ¿qué harán los desheredados de la ilusión?
Aquí, el turista sentado en una peña debe contemplar en silencio este paisaje duro, no el paisanaje, e, identificado con estos picones ceñudos e impertérritos, tiene que hacerse salvaje, arriscarse entre escobas, jaras y hojaranzos, trepar por resayos, senderos y carriles de los derrumbaderos. Y, como Sísifo, con la mochila al hombro, bajar y subir estos Reventones hasta los cimeros donde quieren crucificar ese “libélulo” ferruginoso. Estos picones, budas ciclópeos, no pueden acicalarse y amariconarse con el turismo pijo. El que quiera peces del Duero, que se moje el culo. Para entender estos Picones hacen falta más quiñones.
Vive Dios, que me espanta tanta profanación de este santuario de Las Arribes, por la fiebre calenturienta de políticos extraños al lugar, cocinada en despachos elucubrantes de proyectos turísticos tan “guais” como este sombrajo volandero, EL ESPANTAJO de espantapájaros. ¿Serán giratorias esas alas ferruginosas para abanicar los rostros taciturnos e indómitos de los picones enriscados? ¿Será un monumento estilo cubista al buitre, una caja avizorante desde el Picón del fraile? ¿Seguirá promocionándolo la Junta? ¿Lo permitirá Iberdrola? ¿Lo permitirá el Duero, antes turbulento, ahora productor de energía, el Río hecho luz, ya bastante torturado y enmaromado? ¿Qué dice el Seprona, que acosa a los ribereños para no construir un caseto al ganado, no cortar una mata de carrasca, no permitir hacer rutas por estas laderas por no molestar la siesta del ave rapaz? ¿Y este jolgorio de autobuses turísticos? Ya consintió la Junta, aunque al principio lo prohibió, el voladizo en Masueco sobre el Pozo de los Humos. La voz DESDE LAS ARRIBES clama.
¡Despierta, naturaleza salvaje! Los picones se sublevan por este acogotamiento! ¿Tendrán que alzarse otra vez los picones arribeños contra esta ENRESA del ESPANTAJO?
¡VIVE DIOS QUE ME ESPANTA ESTE ESPANTAJO! empingorotado en LAS ARRIBES.
Artículos en pro y en contra, enviar a Miguel Corral “redacción@lasarribesaldia.es
Baste esto por hoy. “Volverán las oscuras…”
Venancio Pascua Vicente

lunes, 3 de diciembre de 2018

Espigando memorias


El pasado 18 de agosto,  presenté en el salón del Ayuntamiento de Mieza mi nuevo libro "Espigando memorias", obra que surge a partir de la investigación sobre los orígenes del himno de mi pueblo: Mieza.

Pulsando sobre la imagen tienes información en salamancartvaldia  sobre el acto de la presentación:



domingo, 2 de diciembre de 2018

Defended vuestras Arribes, las nuestras


En mis viajes por el lejano oeste salamantino hablo con los nietos de aquellos abuelos y me confunden, unos dicen Los, otros dicen Las Arribes. Y yo les pregunto.
- ¿Cómo decía vuestro cabrero, el tío Federico el Cantarranas?
- Él siempre decía Las Arribes
- Entonces, ¿por qué decís Los?
- Es que los forasteros dicen Los.
- Y ¿qué saben los forasteros de los calzones de vuestros abuelos?
No tiene mayor importancia este tema ya tan manoseado, pero puestos a exponer museos de tipismos y de viejos aperos, expongamos también los calzones del tío Cantarranas y colguémoslos en nuestros cuartos de estar. En la antigua Comarca de La Ribera, Saucelle, Vilvestre, Mieza, Aldeadávila, Masueco, Pereña, todos llevan el apellido de La Ribera, excepto la moza de Villarino se nos pone de jarras, saca pecho y ondea sus donaires con Villarino de Los Aires. Los ribereños no sabrían latín, pero del seso de la rama que brota de su tronco entendían, utilizaban el oído y la razón.

El romance castellano manipuló la palabra “ripa”, hembra latina que significa orilla de un río, la hueró y gestó la palabra “riba”,ribera, donde la “p” evolucionó a “b”. Yo oía decir a mi madre en Mieza, peBitas por pePitas (semillas). Con la preposición “ad”, que significa hacia, la palabra ripa declina en acusativo ad-ripam, lo que va hacia la orilla. Aquí la “d” es absorbida por la “r” y evoluciona a ar-ribam, en plural ar-ribas. Y ya tenemos las “arribas”. Pero tenemos también ríos o riveras del latín “rivus”, ríos pequeños o regatos que discurren mansamente por lo llano, “lupus et agnus ad rivum eundem venerant”. Estos regatos o riveras, arriban estrepitosamente al llegar al cañón del Duero y se convierten en arroyos precipitantes con sus pequeñas arribes formando “cachoneras”. Aquí está nuestro Pozo de Los Humos. Hay laderas tan escarpadas en las márgenes del Duero que en 200 m horizontales el terreno desciende 500 metros, desnivel que es soportado por los contrafuertes de los picones.
Pero no a cualquier orilla de un río se denominan Arribas. A las orillas del Tormes en Salamanca que lava y acuna mansamente los reflejos del “alto soto de torres”, nadie las llama Arribas. Se necesita además el componente granítico de los picones.
Son Las Arribes esas orillas ingentes y fragosas del bravo río Duero que forma frontera entre España y Portugal y las no tan ingentes ni tan fragosas de los también bravos ríos Águeda, Huebra y Tormes al acercarse al Duero. Es atronador el fragor que sacude el cañón del Duero cuando socava y se derrumba un picón en épocas de riadas. El derrubio o “ruina montium” de los romanos en Las Médulas lo tendríamos en los topónimos, “Los Derrumbaderos”, “La Derriza”, Las Derruidas, El Derruche. El Duero, en su recorrido de 54 Km. por el cañón salmantino desciende 220 metros de nivel, cuatro metros por kilómetro, donde ha excavado una gran V.
Descendientes de ad-ripam son: arriba, arribar, arribas, arribes.
Y ahora ¿qué seso damos a estas arribas, ramas legítimas de la raíz femenina ripa? ¿Las habrá metamorfoseado y castigado Júpiter por algún pecado oculto a ser eternamente hermafroditas, LOS, LAS? ¿Qué comadrona, al nacer esta criatura, le examinó el montículo de Venus y sentenció Los, Las? Luego viene el Parque Natural, capa a Los y a Las y las embucha en el género neutro bautizándolas Arribes del Duero. Tercer grado transexual. Asexuados. ¡Eunucos todos! ¡Vaya jaleo! ¡Ellas, tan bellas, tan ocultas, tan recoletas, tan silenciosas, tan desconocidas, Las Arribas! Nuestros vecinos portugueses dicen As Arribas. Y nuestros hermanos zamoranos originariamente decían Las Arribas. En Villardegua hay un topónimo antiguo “Las Arribas”.
El Duero cuando era río, era el río más turbulento de Europa. Pero este Duero, bronco y tornadizo, está hoy apresado por un escalonamiento de embalses, abrevaderos de turbinas. Ha terminado el proceso de formación de Las Arribes. Ya no hay Derrizas.
¿Y por qué en Salamanca ArribEs en lugar de ArribAs? Yo, de niño, amorillado a la lumbre en compañía del gato, oía decir a mi madre: tenacEs por tenazAs, cucharEs por cucharAs, amapolEs por amapolAs, rEbadán por rAbadán, Y ¿por qué no Las ArribEs por Las ArribAs? ¿Restos de colonización asturiana? ¿Un localismo leonés?
Cuando esta Comarca era La Ribera y no Las Arribes, en Mieza diferenciaban los topónimos Los Olivares de Las Arribes. El primero son terrenos pendientes, aterrazados con paredones y en cada uno plantaban de maceta una oliva, el segundo es una zona de picones, aprovechable sólo para pasto de vacas y cabras. Desde el miradero La Code, punta de proa hacia el cañón, se observan estas diferencias.
Pero, ¿qué mestizaje es ese de La Ribera y Los Arribes, La y Los, si el origen femenino es el mismo? ¿Qué coños pintan LOs Arribes en LA Ribera. Me salen sarpullidos en las axilas del alma cuando veo en un pueblo ribereño salmantino un restaurante que desafina con LOs Arribes. Los tatarabuelos del Catastro del Marqués de La Ensenada (1752), los bisabuelos de nuestro himno (1930), los abuelos de anteayer, padres y vecinos de ayer, pastores y cabreros de siempre (cuando los había), todos decían Las Arribes. Apelo a la autoridad de estos hechos mostrencos, catedráticos del uso. En Mieza las vacas entraban por los Santos y salían por San Pedro de Las Arribes de la Parte En medio y Parte Abajo, los cabreros, Federico el Cantarranas y Jacinto el Calzaparda llevaban las cabriás a Las Arribes de la Parte Arriba. Miezucos, os reclamo esta memoria histórica.
 “En cual suele el pueblo fablar a su vecino”.
Brindemos por ellas, Las Arribes, que:
“Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino”.
Creo que, ser…, ser…, según el trágico “ser o no ser”, de forma que si es una cosa, no pueda ser la otra, ni son Los, ni son Las. Son como las fabla el pueblo que las trabaja. Pero los abuelos de los pueblos de La Ribera decían Las Arribes.
Cada uno puede decir lo que quiera, Los o Las pero está claro que según sus genes y mis abuelos son Las. Y bendita sea la rama que al tronco sale, morena saladá.
De entre los pocos escritores que han brotado en esas tierras, míseras hasta en esto, están, Manuel Moreno Blanco, nacido y profesor toda su vida en Vitigudino, tan magnífico como desconocido escritor de cuentos, léxicos y costumbres en forma de leyendas de su pueblo y de la redondela. Y Luis Mata, natural de Aldeadávila, quien tiene un libro titulado Narraciones salmantinas de las arribes. Ambos, ya ausentes de esta tierra, tienen sabores de la tierra y son conocedores del habla de La Ribera y de sus costumbres mejor que catedráticos esmirriaos, hablan de Las Arribes, ya constatadas como tales desde 1.653 en el libro parroquial de Aldeadávila y en el Catastro de la Ensenada en 1745 en Mieza y constatadas por nuestros abuelos
Ergo, definitivamente, Las Arribes. Las nuestras. Nuestras Las Arribes.
Señores alcaldes de La Ribera, poned este cartel a la entrada de vuestros pueblos:
Está usted en Las Arribes salmantinas del Duero.
Las almas de nuestros abuelos revolotearán emocionadas. ¡Emocionadlos!
¡Arriba arribeños de Las Arribes