De reojo guiño con una mirada
retrospectiva a mi pueblo por el retrovisor de mi mente. Los que tenemos
pueblo, en cuya tierra hemos hincado nuestras raíces, Mieza, olemos a pueblo. Y
este olor a pueblo sólo lo huelen los del rebaño, los de pueblo

La abuela y el abuelo
se quedan solos, si tiene aún esta suerte la pareja, y con su mejor amigo, el
bastón. Mueven sus cabezas, pesarosos de tantas cosas prohibidas y deseadas en
su tiempo que no les fueron posibles y que ahora resucitan. Es ya tarde.
La abuela murmura:
-¡Ay mundo, mundo...
Mundo, mundo pecador…!
-Y ¡qué truhán
es! -responde el abuelo
Han llegado los
atardeceres del septiembre nostálgico: las calles del pueblo se quedan vacías,
las sombras se alargan, el tordo lanza silbidos tristes desde el álamo y el
viento juega con las hojas secas revoloteándolas por rincones y caminos solitarios.
Volví al pueblo el uno
de noviembre, día de cementerios, día de revivir recuerdos. El pueblo volvió a
alegrarse en un día de sol espléndido, el cementerio estaba lleno de sol y de
vivos presentes…, también de sombras y de muertos ausentes. Pero a media tarde
volvieron a zumbar los coches carretera arriba y nos fuimos todos. Había sido una obnubilación.
Allí quedaron los abuelos, solos, los que hacen pueblo.
¡Qué solos se quedan
los pueblos! Y ¡qué tristes quedan los viejos en mi pueblo! ¿A dónde han ido
aquellas músicas y fotos, aquellos bailes y toros?

Estos abuelos son los
mejores historiadores, los que mejor pueden explicar la historia. Tienen
tranquilidad y silencio, “el músculo duerme, la ambición
descansa”. Todo son meditaciones. ¿Por qué los abuelos son
universales? La abuela castellana es igual que la abuela china, la australiana,
la argentina. La abuelatura es una licenciatura con valor
universal. De rapaces formaron bandadas, de mozos fueron quintos, de maduros se
emparejaron, y hoy de viejos… ¡ay, de viejos muchos andan solos!.
En el libro “Educación Para la
ciudadanía” de una comunidad se dice, que “los jóvenes sean
injustos con los hombres maduros” porque “si no, los imitarían
y la sociedad no progresaría”. Es decir: rompe con tus mayores
para que la tradición se rompa y la sociedad se reinicie y progrese. Soltar
amarras con los mayores, enfrentar hijos contra padres, generar rencor entre
ellos. Así el papá Estado podrá adoctrinar a los hijos. ¡Qué nadie politice la
soledad de los pueblos vacíos!
Se necesita una
simbiosis entre los viejos y los jóvenes, entre los viejos del lugar
mantenedores del pueblo, los que hacen pueblo, el pueblo de Mieza, y entre los
jóvenes que no hacen pueblo pero sí hacen fiestas, las fiestas del divertimento
del verano con sus peñas. Sin los jóvenes no habría fiestas. ¿Las habría sin
los viejos, mantenedores del pueblo donde malvivieron soportando penas?
Miradle a los ojos de
estos rudos labriegos, conservan una rara sensibilidad. Y es que:
La Ribera tiene un alma
entre sensible y austera,
amasada día a día
sudando esta bella tierra.
¿Tendrá remedio esta
soledad, este abandono, esta tristeza de mi pueblo, Mieza? ¡Qué nadie politice
la soledad de los pueblos vacíos!
Saludos, Venancio Pascua, desde La Zarza virtual. He visto tu blog. Me gusta por lo que dices y cómo lo dices. Muchas vivencias y costumbres de Mieza, son parecidas a las de nuestro pueblo, La Zarza; otras muy diferentes; lo que tiene su encanto, pues tan cercanos uno del otro, hay cosas muy distintas. Quizá tu manera de contarlas, las hace diferentes, distintas, las sube de nivel y categoría. Va a ser eso.
ResponderEliminarMe gustaría que tu blog estuviera en la “blogosfera” de nuestra página, o lo que es lo mismo, nuestro “Rincón bloguero”. Sería un honor tenerte como bloguero en nuestro “Rincón”
Saludos,
-Manolo-