- Y ¿qué es eso? preguntó el
abuelo Antaño.
- Nada, andar por Los Olivares.
- Uy, rapá, eso lo hice yo
muchas veces.
- Vamos a ir un grupo de rapaces del
pueblo, el Saltamontes, el Bugallo, el…,
- ¡Qué pena, ya no soy rapá como
vosotros para ir yo también! –dijo el abuelo Antaño- Os acompañaré hasta el
Valvolacino, vosotros bajáis con ellos por el camino de La Aceña y yo me acerco
al Mirador en La Code y desde allí os veo.
En el Mirador de Unamuno, porque
el promontorio de La Code tiene cuatro miradores, el de Unamuno precipitante
hacia el Cachón, el de la Virgen de La Code hacia el Duero, el mirador de la
Bandera en lo más alto cota 626, y el del tío Paco mirando hacia Las Arribes,
se juntaron varias personas que remisas de hacer sendero lo contemplaban desde
este Mirador de los mirones.
Estos mirones miran y admiran la
amplitud de este grandioso Cañón esculpido por el Río. La perspectiva salta del
picón de La Bodega al meandro del Cuerno, de Los Reventones a los ceñudos y
soberbios picones de Portugal, al Llanito la Pulida, de aquí al pasil en La
Nogal sobre el Arroyo Cachón, al Castañar, a Las Arribes, esas enriscadas
Arribes de la Parte Arriba. Abajo en el fondo, El Cachón, donde el Duero
espumador molía su barba blanca de espumas recitando romances.
Un mirador exclamó:
- Vive Dios que me espanta esta
grandeza…
Observan también la culebra
multicolor de los senderistas, que a veces se alarga, o se comprime y retuerce
en los resayos, se desgaja y se rompe en los repechos o se pierde entre jaras y
olivares. ¿Tropezones? Algunos. Las olivas, pero si ya no hay olivas, están
asfixiadas por escobas, zarzales y zambuyos. Senderistas, ¡que no os engañen!,
en los olivares ya no hay perales ni guindos en flor, ni lagartijas, ni
lagartos, ni cantan los pájaros, Emigraron con el hombre. El abuelo Antaño pensaba,
ya no hay camino en los olivares ¿a dónde iría el camino?, el Duero no ruge ya
sus violonchelos en el Cachón inundado 25 metros bajo el agua del embalse de
Saucelle. El abuelo cerró sus ojos, tiene otro mundo dentro de él. De sus ojos
brotó una lágrima que rodó por su cara reseca por aquellos olivares y por aquel
viejo Río tronador que ya no es río.
Con los ojos enrojecidos volvió a
mirar la cola de la culebra sinuosa multicolor que acaba de escolarse por La Gontina emergiendo a
lo llano donde sí encontrarán cereceras y guindales en flor, tomillos y una
alfombra de retamas blancas que cubren el llano hasta los tesos. La culebra
pasará por el Vallebache, volverá a cruzar el Arroyo Cachón y pasará al lado de
la Fuente del tío Capacho frente a La Palla hasta la Resbalina.
Al poco rato comenzaron a llegar
los primeros senderistas a La Code ya exhaustos y pidiendo la pitanza
prometida.
Y en este momento por el
zigzagueante y reventón sendero que sube del Llanito La Pulida a la Plazuela de
La Code trepan en caraba cinco rapaces como una bandada de gorriones, vienen
descamisaos portando ramos de brezo, el hurde florido que han cogido allá abajo
entre los peñascos a la orilla del Duero. Suben sudorosos y haraganes con la
camisa fuera de sus pantalones cortos sujetos con un tirante a modo de correaje
por la espalda y por el pecho, el pelo revuelto, el que no lo tenía cortado al
cero, y alguno descalzo con las zapatillas colgadas al hombro para no
gastarlas. Suben gritando:
El que va delante,
burro caminante.
El que va detrás
lambe las cagás.
Esto lo decía cada rapá al que le
seguía, y como ninguno quería ir detrás, todos intentaban adelantar al que iba
delante dándose codazos por el angosto camino empedrado, atrochando y brincando
paredones. ¿Tropezones? Ninguno. El abuelo Antaño pensó, ¡ay si se enteran sus
padres!, tendrán por la noche cena de regañina, azotaina o un cintazo en el
culo, porque el Duero es un ogro para los arribeños. Así de libres volaban, así
de traviesos y rompedores eran aquellos rapaces. Los mirones del Mirador
sorprenddidos comentaron la escena más que la del sendero. Eran el Bugallo, el
Saltamontes, el Zarajuelles y otros. El Abuelo Antaño extrañado les preguntó:
- Se reían
de nosotros, porque no llevamos playeras ni viseras, como ellos.
- Vosotros
sois de pueblo –dijo el tío Lesnas.
Luego como no les daban comida a
ellos porque no tenían tickets El Bugallo le dijo al señor alcalde que bailaban
si les daba un bocadillo. El alcalde les dijo que sí. Acto seguido el Bugallo y
el Saltamontes saltaron a una peña alta al lado de la cabaña y bailaron
cantando mientras los otros tres palmoteaban en el suelo:
Al tango tarango y tango
al tango tarango y tén,
arriba la cafetera
y abajo la del café.
Yo tenía un peine…
La gente aplaudió a rabiar y
brindaban por ellos. El Saltamontes le dijo al alcalde:
- Si nos
dais una perronilla os la cantamos otra vez …
El abuelo Antaño, un tanto confuso
les invitó a coger cacarroyas entre los robles y peñas del
promontorio de La Code.
Al lado estaba un rapá que no
quería el bocadillo de chorizo porque dijo:
- Es que, las aceitunas no mi
gustan, el chorizo mi pica y el tocino mi ripugna.
- Ese rapá no es de Mieza –aseguró el tío Lesnas.
- Ese es de Mojigangas –saltó el Zarajuelles.
- Ya me paecía a mi –dijo el tío Recebojos.
Terminada la comida, saboreadas
las aceitunas de Mieza, dos vasos o más de vino, copa de aguardiente y café,
los rostros de los senderistas brillan tornasolados por la luz del sol y por la
fuerza del vino. Faltaba esto: el tamborilero tocó una y mil veces la vibrante
JOTA DE MIEZA y todos los senderistas cantan”El Vai-vén de los dos” y danzan
esta alegre jota. ¡Qué bien suena la flauta en La Code a golpe del corazón!
AL VAI-VEN DE LOS DOS
Sopló la brisa de abanicar,
besé tu cara “encarná”.
Y así son los mis amores
y en Mieza bailando están.(bis)
El aire que tienes, la sal que le das
mueven la veleta de nuestro bailar.(tri)
Tú a mí vienes. Yo a ti voy.
Tú a mí vienes.
Al vaivén, al vaivén de los dos
Que bailamos tú y yo.
- Ay, cuando las mocitas de Mieza
crían colores -musitó el tío
Antaño.
- Se les pone la cresta colorá y
la cara arrebolá –añadió
el tío Lesnas-
Esta Jota la recuperó Eloy García
el Civil, “la auténtica, la de
Mieza”, como dice él, la que
tocaban en los años 1900 y 1930 los tamborileros del pueblo, el Zambo hermano
del también tamborilero Baltasar, el Tío Elías el Calvito.
Eloy, tú me dedicaste la música.
Yo te dedico laletra. Ha sido necesaria una letra vibrante y cortada a la
viveza de la música.
Eloy, hay que hacer esto con la
bella melodía del pasacalles “La Alborada”.
-Y limpiar La Code de política,
señor alcalde. –estalló el tío Lesnas.
Continuará este senderismo del
Bugallo y del
Saltamontes.
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