Hace sólo 60 años siete pueblos ribereños del Duero
formaban La Comarca de La Ribera, Saucelle,
Vilvestre, Mieza, Aldeadávila, Masueco, Pereña, todos apodados de La Ribera, excepto, Villarino de los Aires, y sus habitantes eran riberanos. Hoy nos han
invadido Las Arribes o Arribes las sin sexo. Ahora ya no es La Comarca de La
Ribera, es La Comarca de las
Arribes y sus habitantes
arribeños. ¡Alto!, Mieza tenía ya un topónimo, llamado Las Arribes, como ningún otro pueblo, topónimo que abarca la
escarpada ladera que se extiende desde el Arroyo del Valcoixo hasta la raya con
Vilvestre. La Comarca de La Ribera era un
territorio con caracteres étnicos muy especiales, en topografía, clima,
costumbres, lenguaje, entonación de voz. Los miezucos tienen dividido este
topónimo de Las Arribes en tres partes: Parte Arriba, Parte Enmedio y Parte Abajo, separadas por paredes, peñascos o
serrijones. En la Ribera de Mieza había ribera para los olivares, ribera para
vacas y ribera para cabras.
Hoy sendereamos por Las Arribes de la Parte Arriba.
Salimos de Mieza por el camino Vilvestre…, y llegamos a Las Escarbajas de
Abajo por un
camino encolagao de paredes. ¡Qué
trabajo construir tantas paredes piedra a piedra, agacharse a coger la piedra,
levantarse poner la piedra y volver a agacharse…! Avistamos la mancha oscura de
El Carrascal, viramos hacia el Camino real de Aceñas Pandera y al Mirador de La
Peña el Águila. Señores, estamos en la cota 636 y tenemos que descender a la
cota 190, a orillas del Duero. Abrimos el cañizo de Las Arribes y para
sumergirnos en el Cañón cerramos la escotilla de un submarino imaginario e
iniciamos la inmersión. Éste es un senderismo de bajura, de profundidades,
prototipo de Las Arribes. Pasamos por el Carvajal, lugar que fue de robles,
talados para hacer el cocido en tiempos de escasez de leña. Descendemos por
terreno escabroso, entre peñascales hijos que brotan de la tierra como La Pedriza de las
Roídas. Descenderemos 450
metros precipitantes al Duero. De frente en Portugal está El Arroyo, cuando
llueve, bien te va, pero cuando no llueve, bien jodía te va. No intentéis jugar con el agua de este Duero
mansurrón, ahí está el potencial dormido del agua y su fondo está a más de 60
metros bajo el agua. Las características de Las Arribes son: ROCA, ARBOLEDA,
AGUA, TEMPERATURA, DESNIVEL.
Seguimos por un antiguo sendero de vacas, cabras y
leñadores a la orilla del Río, al lado de la fuente del tío Miguel el Moizo, de
la huerta de naranjos y limoneros de José el Lairiñas el Regato; imaginaros la
huerta, porque está inundada 40 metros bajo el agua; hace 60 años sus limones
ganaron premios en Madrid por sus medidas y por su jugosidad; aquí, lugar que
fue de riñas y picardías entre el dueño de la huerta y los dueños de las vacas
por desviar el agua de la fuente, uno a la huerta y otros a las vacas, y entre
el de la huerta y la empresa constructora del embalse. Dejamos el sendero que orilla
el Río y comenzamos la subida por La Era, un rellano donde descansaban y
sesteaban las vacas durante ocho meses. Aquí, deteneos antes de mirar las
musarañas del paisaje, ahora mirad hacia arriba, a los cimeros, esos picones
ceñudos, Polifemos testarudos, vigilantes, provocantes y amenazantes desde
arriba con lanzarte un pedrusco, esos Polifemos de un solo ojo que lo giran
como los camaleones a medida que gira la luz solar y los hace cambiar de
imagen, te parecerán un jorobado de Notredamme, luego un buda pancista y
después... Recuerda la novela Peñas Arriba de José Mª de Pereda. Más tarde al atardecer cuando el sol declina a
Portugal y los picones portugueses proyectan sus sombras, que cruzan el Río,
trepan por estas laderas de España e inundan de sombras el Cañón como un
tsunami. Se va la luz del sol con una lentitud que conmueve, como se van las
gentes de estos pueblos y avanzan las sombras taciturnas de la soledad. Las
grajillas secretean historias espeluznantes para añadir misterio al abandono
crepuscular. La noche tiende su manto como un mantra estremecedor. Éste es un
espectáculo que pocos han observado.
Buscad la naturaleza que está escondida detrás de la
bulla de la gente. La naturaleza no es perversa, pero tampoco es humana, la
humanizamos o pervertimos nosotros, y ella trata a los humanos como si fueran
garrapatas cuando la molestan. Subiremos entre el verde vicioso de los
hojaranzos recién pintados por la primavera. Cuando veáis un yedral que repta
picón arriba intentando abrazarlo, recordad a nuestros abuelos de hace 60 años,
cuando, uno de ellos se ataba con una soga como arnés desde lo alto del yedral
y el otro tensaba la soga pasándola por una peña o tronco de hojaranzo dándole
cuerda a medida que el primero iba descendiendo y desprendiendo la manta del
yedral de la pared del picón. Cuando conseguía mondar toda la manta del yedral
formaban dos o tres cargas de ramón para las ovejas. Pero seguro que tenían que
llevarla a hombros doscientos metros hasta el cargadero próximo donde había que
cargarla en los mulos. Vida dura.
Subimos por el camino del caño. En Las Arribes había
mucha agua de manantiales, hoy se están secando como los pueblos. Hace 60 años
estas Arribes estaban cruzadas por senderos de cabras y vacas para ramonear y
beber en el caño y otras fuentes. Más arriba está El Genechal, un lugar donde
en verano se formaba un bosque de enormes helechos, que segaban y hacían haces
para tostar los cebones en las matanzas. Vida dura.
Celtis australis, almez, lodón, hojaranzo… a mí me
habla el hojaranzo. El hojaranzo de hoja caduca se desarrolla en climas
mediterráneos y húmedos, en terrenos ácidos erosionados de la roca. Ay, esta
Arribes que daban de comer en invierno durante ocho meses a cientos de cabras y
vacas, abastecían de escobas, escañabones, leña de hojaranzos (mala leña) para los morillos de las cocinas.
Hojaranzos que, antes eran escasos, pero hoy invaden Las Arribes y forman el
mayor bosque de la península, que suministraban la madera para hacer varas de
arados, yugos, barzones, horcas, rastrillos, bieldos y bieldas para las parvas,
bastones, cayadas, ahijadas, manceras, aros para hacer los quesos, suelos de
las chancas (las cholas, antiguo calzado que yo usé de rapá)…vigas de
techumbres, mangos de azadas, zachas y azadones. Yo, de rapá, cuando mis
hermanos me decían que iban para Las Arribes les pedía que me trajesen graninas, el fruto del hojaranzo, unas bolitas de color negro
y sabor dulzón. Las Arribes solucionaban muchos problemas a los riberanos en su
vida dura.
Las Arribes fue una finca muy importante para Mieza,
no era comunal, tenían dueños aunque en pro indiviso y eran alquiladas por
ganaderos de Cabeza el Caballo, Saldeana, Barruecopardo. Su temperatura media
es de 17 grados, la máxima de 46 grados. El paraje de Las Arribes es una franja
de cinco kilómetros y medio de larga por unos 700 metros de ancho en una ladera
con a veces del 80% de pendiente a la orilla del Duero, que resultan unos
3.800.000 m2, 381 Ha. Aquí, entre derrizas de canchales o picones,
estos árboles forman un bosque casi continuo, retienen el terreno y aportan
materia orgánica. Las cabras han desaparecido totalmente y las vacas se han
reducido a la mitad por lo que los hojaranzos crecen ahora libremente sin ser
ramoneados en estas fuertes pendientes, en las torrenteras, entre los picones
que sombrean, y a la vera del gran Río. En la ruta conoceréis sus flores
diminutas pues florecen entre marzo y abril y podréis observar aún cepas
cortadas para leña hace 60 años. Por esto el 100% de los hojaranzos de Mieza
son ejemplares jóvenes que miden unos 12 metros de altura, pero alcanzarán los
20 ó 25 metros. El reciente descubrimiento por los ecologistas de este gran
bosque de almez tiene interés para ser protegido a nivel nacional y europeo por
eso prefieren no airearlo a la publicidad.
La parte más abrupta es La Parte Arriba donde todos
los años se esfayaba alguna vaca y
varias cabras quedaban empoyadas, a donde tenían
que acceder sus dueños atados con sogas, para sacar la cabra atada y luego
sacaban al que había accedido al poyo. Para evitar esta desgracia tapaban el
paso a estos sitios peligrosos con troncos de hojaranzos, zarzas y escobas,
llamados tapiles, para que el
ganado no entrase a comer los renovales tiernos, ramas de hiedra o forrajes que
estaban en sitios peligrosos. En la Parte Abajo el hojaranzo es vecino de
encinas y sobreros en El Carrascal y rodeado de grandes escobales en los cimeros. El señor Isaac de Saldeana por
los años 1960 se hizo rico manteniendo 130 cabras y 56 vacas en la Parte Abajo
durante 8 meses desde Los Santos a San Pedro; el matrimonio con 8 hijos dormía
en la Casa de los cabreros, donde alimentaban los cerdos con el suero de hacer
el queso e iban a vender la leche a Mieza.
Los dueños de Las Arribes podían meter vacas según
tuviesen una, dos o más partes, o fracciones de una parte. Las cuatro cuartas
partes de una parte equivalían a las cuatro patas de una vaca. Esto se traducía
en que si tenía una parte (con sus cuatro cuartas partes equivalentes a las
cuatro patas de una vaca) podía meter una vaca todos los años; los de media
parte (dos cuartas, dos patas) podía meter una vaca cada dos años y el de una
cuarta parte podía meter una vaca cada cuatro años, porque no tenía más que una
pata. Y cada una de estas partes podía ser heredada, arrendada o vendida.
Solamente los dueños podían entrar a cortar leña, escobas, escañabones, troncos de hojaranzo (mala leña) para la lumbre,
y esto, sólo en la zona que los comisionados de Las Arribes les habían asignado
previamente a cada dueño, por lo cual podía ser multado por el guarda de Las
Arribes. Las Arribes de la Parte Abajo tenían un Guarda o Montaraz propio,
encargado de ellas. Este Montaraz hacía un contratado cada año con los
comisionados, elegidos de entre todos los dueños, valedero por un año, del uno
de julio al treinta de junio del año siguiente. Este Montaraz tenía en el año
1899 un sueldo total de cien pesetas pagaderas por trimestres más las
comisiones de dos vacas. Además recibía cuatro reales por guardar las reses.
Entre sus obligaciones estaba la primera, guardar el terreno, maderas, leñas y
escobas, dando parte en el término de veinte y cuatro horas a los amos. El
guarda debería vivir la mayor parte del año en la cabaña de Las Arribes o en
alguna otra del Carrascal para vigilar más de cerca. Los dueños del terreno
podían despedir al guarda en cualquier momento “si extrajera del
terreno, escobas, leñas o maderas; él podrá traer cada ocho días una carga de
escobas para su casa pero nunca cederla”. Entonces las escobas se utilizaban a todas las horas para encender la
lumbre en casa, se vendían para calentar el horno de la panadería, o se usaban
para trocearlas y extenderlas en los corrales o en zonas pantanosas de los
caminos para estiércol, donde eran pisoteadas y estercadas por el ganado
Los desamparados de la fortuna sólo podían cosechar
hambres por respirar el aire, como no podían ir a por leña no se calentaban, y
para cocer la comida no necesitaban leña porque no tenían comida. Vida dura. En
aquel entonces, si al entrar en una cocina ardía una lumbre generosa en calor y
en resplandor, era signo de bienestar. Para esto utilizaban la leña de Las
Arribes, escañabones, hojaranzos, encinas,
robles muy escasos, escobas, las podas de árboles frutales, vides, olivos,
encinas, carrascos, que aprovechaban para el ramón de las ovejas en invierno.
El Carrascal era un espacio abierto que podían correrlo las piaras, pues apenas
había cercados y a veces las encinas y alcornoques eran marcados con varios
cortes como señal de propiedad porque a veces estaban enraizados en tierras
ajenas.
El último tramo del sendero por los cimeros es una
fantasía empingorotados por la crestería de una sierra. En la quebrada de la
tía Teresilla está el Picón del Valcoixo donde hay un agujero para acceder a
dicho picón, y una vez arriba se anda con seguridad, desde donde Federico el
Cantarranas vigilaba y al atardecer arritaba las cabras para que retornasen.
Viajero,
si te sientes
en vaivenes de tumultos y revueltas un madero …
ven a Mieza.
Acércate…,
sumérgete…,
relájate…,
entrégate…
Senderea
entre peñas y
hojaranzos piconeros.
Sosiégate.
Mochilero,
Quédate.
Venancio Pascua Vicente
Después de leer tu artículo, me están entrando ganas de apuntarme a la ruta del próximo domingo; pero ¿y si mi pie se pone chungo por esos desfayaderos y tienen que evacuarme en helicóptero o en uno de los globos de Vuelos Pascua? … Mejor que la ruta la haga volviendo a leer tu completa y extraordinaria descripción de la ruta por donde discurrirá el senderismo. Será lo mejor y más prudente y no lo sentiré mucho pues en cada párrafo que escribes, cierras lo ojos y te ves en medio de esos paisajes que tan bien describes con su pasado histórico, datos, anécdotas, etc.
ResponderEliminarDesde aquí me permito sugerir al Ayto. de Mieza, nuestro pueblo vecino, que entregue copia de de tu artículo, con mapa incluido, a cada senderista; lo que sería un magnífico complemento a añadir a los que tengan previsto entregar como viandas, fruta, agua, gorra, bastón, etc.
Desde La Zarza virtual, Saludos, Manolo, el de La Zarza